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El otro día, y cuando digo esto me refiero a hace uno o dos meses, reviví mi pasado. Ese oscuro pasado que hace sentirme desprotegida, sola, inútil. A lo que iba. Hace dos días me preguntaron que en qué momento de mi vida me encuentro. No supe qué contestar. Pensé en mentir pero negar lo que es se me hace imposible. Dije la verdad. Ni me encuentro en el mejor ni en el peor momento de mi vida. Comprendí que debo mirar hacia dentro para entender porqué me pasan ciertas cosas, porqué las hago, porqué las siento. Creía que el problema venía de los demás, pero llega un momento en que la verdad nos golpea con toda su fuerza y es ridículo negar la existencia de una verdad más allá de nuestra propia mentira. Es mi culpa, mi problema y mi solución en poco se dará. Será mi propósito de año nuevo. Me quejo de todo, nada me va bien, no me gustan las reglas, soy muy impulsiva, soy hipersensible cuando me da, me derrumbo con facilidad, me cuesta adaptarme a los cambios, me gusta llevar la contraria a todo el mundo y creo que poca gente realmente me conoce. Me cuesta mucho pedir perdón, pero lo hago. Doy gracias solo a quién lo merece, sueño pensando que hay alguien para mí, quiero cambiar el mundo, necesito que la gente me quiera, quiero ayudar al que lo necesita. Temo equivocarme en cualquier cosa, tomar una decisión que lo cambie todo. Deberé cambiar, corregir y avanzar pero forma parte de la vida. Quizás así, al fin y al cabo, alcance la felicidad a la que tanto aspiro.